Nos mudamos:

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¡Primera llamada!

Cuatro actores
Tres iguales
El otro también, pero menos falso
Mismo escenario
Mismos invitados (protagonistas relegados).
El guion inédito estaba listo (¿inédito? Querrás decir, maquillado).
Pero hacía falta algo, un ensayo para ver quién se quedaba con el protagónico (aunque el director y los jueces ya tenían a su gallo).
Un actor traía apuntador (tú sabes, para que no se me olvide qué decir, no es que no sepa).
La actriz memorizó todo perfectamente (hasta la expresión sonriente, muy sonriente).
Otro (muy similar al primero) quiso mostrarse diferente, improvisar (me dijo que comprara hilos transparentes para que no vieran que era un títere).
Y el otro… ya se sabía la obra, ya la había actuado y no había quedado, pero…
¿Empezamos?

Propaganda desigual (a cada actor lo promocionaban por separado, pero uno era y es el favorito, el que posa bien para las fotos).
Ensayar, ensayar mucho (tú sabes, las manos bien dirigidas, la sonrisa perfecta, el buen peinado –ante la escasez o nulidad de cabello del director…-, frases repetitivas y acertadas –abuso de sinrazón-, etc.).
¡Espérate! ¿Y el jurado? ¿Ya está listo?
Claro, ¡faltaba más! Y esta vez están bien respaldados por la gente, son 9999999999999% confiables ¿cómo ves?
Ahora sí, ¡todo listo! ¡Que empiece la competencia! ¡Que se quede con el protagónico el más manipulable, digo, el más mejor! (¿el más mejor? ¡Ah caray! ¿Cómo está eso?, murmuraban los invitados).

Primer actor (el telegénico, de aquí directito a Hollywood): que buena presentación, ¡que bárbaro! Pero espera… ¡Se le olvidó el apuntador!
No sabe qué decir, confunde diálogos, confunde personajes, ¿qué le pasa?
¡Pásenle el chicharito! Sin embargo, el jurado se levanta y aplaude, sí, aplaude. Público indignado.
Segundo actor, una mujer, entonces actriz: sonrisa tatuada, nula expresión facial (no puede llorar), diálogos tediosos. Y ella…, sale contentísima, optimista, piensa que ganará el protagónico, ¿o finge? Jurado: bostezando y sonriente. ¡El que sigue!
Tercer actor (a éste se le ocurrió salir con una camionetita buena onda, tú sabes, para variar, ¿no ves que soy diferente?): improvisación, discurso innovador (que no por ello mejor, na’más habría que ponerle atención a lo que dice.) Pero se le veían los hilos, aunque eran transparentes se alcanzaban a ver. Si, se veían claramente, sólo él pretendía no verlos.
Cuarto actor (un poco cansado): Mala presentación corporal (no es tan guapo y joven como el primero), discurso bien articulado, elocuente, conciliador (pues sí, ¡¡si mandaba al jurado otra vez al diablo se lo iban a comer vivo!!). Pero eso no importa (¿en qué país vives?) total, carita mata verbo, ¿o no? ¿O cómo era? ¿Dinero, carita, manipulación mata verbo?
¿Y los jueces? Todos con cara larga, ceño fruncido, fastidiados del mismo actor (¿por qué lo intenta si ya sabe cómo es esto?).

Resultado: El jurado se toma su tiempo (bueno, finge tomarse su tiempo, ya se sabían el resultado, pero tenían que aparentar que estaban deliberando).
De repente: ¡Los invitados quieren decidir quién es el protagonista! ¡Al fin y al cabo, la obra es para ellos!
Pero no, para eso está el jurado, muy confiable por cierto (repitiéndolo hasta el cansancio para ver si sólo así se hace realidad). ¡El ganador es...!!!!!! ¡El guapo! ¡Perdón! ¡El mejor actor! ¡El bien peinado!
Público indignado.
Algunos aplaudiendo, esperando a que terminara el ensayo para cobrar sus aplausos (necesitaban el dinero para comer, no hay de otra).
Público indignado.
Acto siguiente: crear su propia obra, no ser más público sino también protagonistas.
Ergo: ¡Que empiece nuestra obra!
¡Primera llamada!

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