No es prosa ni es verso, no es poema ni es anécdota... soy yo, quien escribe sólo para desahogar la mente, compartir y departir.
Perder, dos cosas muy diferentes son las que definen a ésta palabra: dejar de tener algo, o no obtener algo.
En ambas frases siento, soy yo la única causa y no las situaciones fortuitas las que nos llevan a ese momento.
En fin, la palabra en sí lleva a la reflexión...
Nadie quiere perder nada, sin embargo somos nosotros mismos, nuestras acciones (o falta de ellas) las que nos llevan a perder. Somos egoístas, avaros y acaparadores cuando nos aferramos a algo que estamos por perder.
Incluso cuando alguien cercano deja este plano, nos atrevemos a enojarnos y a elevar un reclamo.
Deberíamos estar en paz con la vida, y reconocer que los que se van, se van para estar mejor, y no mirar atrás, seguir nuestra guía.
Lamentable darse cuenta que hemos perdido, sólo cuando necesitamos amigos, familia, cosas, recuerdos, memorias... Antónimamente.
Ganemos confianza en lo que queremos, y podremos; seamos atentos con los que tenemos y los que nos tienen, no dejemos las relaciones sin atención, ya que nadie más se hará responsable en caso de extravío o corrupción; mantengamos el corazón lejos de nosotros, pero cerca de otros, así la separación no marcará culpables; podemos perder la razón, pero nunca el corazón; atesoremos recuerdos, recordemos nuestras memorias; transformemos sentimientos, creemos esperanza, destruyamos la desconfianza.
Perder depende de ti, la culpa toma ningún sendero, en tu cabeza queda ese sombrero.
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