Nos mudamos:

www.ylosrinocerontesbostezan.com

Entre mis olas

Aún recuerdo la primera vez que te vi, rodeado de tanta gente, comida, bikinis, cerveza y quizá diversión. 

Tú eras diferente, tu silueta figuraba un Quijote, un Don Juan, un Mauricio Garcés: todo al mismo tiempo.

Caminabas como si el suelo no mereciera sostener tus pasos, te dolían las miradas no dirigidas a ti, y cada vez que pensabas en acercarte a mí, retrocedías.

La razón: tu bañador, tan ajeno a aquel vulgar entorno. Tu cuerpo no podía estar junto a  mí, o más bien, no se quería sumergir porque la idea de convivir entre tantos líquidos mezclados era impensable para ti. Simplemente irrealizable.

Yo no sé porque regresabas, me preguntaba cómo pretendías pertenecer a un ambiente tan lejano al tuyo, por qué querías ser como los demás. Pero no puedo negar que cada que te veía oleaba más fuerte, sólo para llamar tu atención.

Y lo hacía para que toda la gente que estaba dentro de mí, corriera espantada y temerosa del oleaje que mi emoción provocaba. Yo quería que salieran para darte espacio a ti, para acariciar y sentir todo tu cuerpo, tu respiración ahogada, para tenerte conmigo aunque sólo fuera un momento. Lo cierto es que no lo había logrado.

Fue el fin de semana pasado cuando decidiste cambiar de bañador, ahora lucía más ajustado y colorido; a decir verdad, te confundí con los demás.

Esa misma confusión me llevó a no sentir cuando entraste en mí por primera vez. Yo estaba relajada, albergando a un gentío con sus respectivos líquidos, los cuales intentaban diluirse en  los míos.

Y gritaste ¡auxilio! y toda yo te sentí. Empecé a emocionarme, a jugar con tu cuerpo; estabas arriba y luego te hundías, me tomabas y me escupías, me golpeabas y yo salía en porciones pequeñísimas.

Estaba feliz, por fin entraste y yo te quería para siempre conmigo. Te abracé fuertemente, a pesar de mis pocas fuerzas, pues en un espacio tan pequeño comprenderás que no soy la misma. Hasta que te arrebataron de mí, casi inerte. Creo que te dejé exhausto.

Después de tres días decidieron cerrarme, me consideraron peligrosa para la gente por los extraños movimientos que hacía.

Ahora estoy sola, esperando el desenlace de un final anunciado y aunque hace tiempo que no te veo, no logro entender qué fue lo que te alejó de mí, pero ¿sabes qué?  Aún te llevo dentro: en mi interior quedó postrado tu bañador.


0 comentarios:

Publicar un comentario