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La esquizofrenia neoliberal

Lo que se sufre ante la ignorancia y la manipulación de una sociedad es la impotencia de saber que la persona que simplemente no puede o no quiere comprender argumentos lógicos es probablemente una víctima más de la pobreza (económica y cultural) que el Estado mexicano fomenta sistemáticamente. No dudo que haya quien defienda lo indefendible por convicción, pero si vamos al fondo estoy casi seguro que lo que encontraremos será una historia de hartazgo, desinformación, apatía, arribismo, clasismo, racismo y miseria (en más de un sentido).

No voy a decir que no haya experimentado una sensación comparable a un colapso nervioso, el país está mal, el mundo está mal, todo se va a la mierda y a nadie parece importarle. El naufragio parece inevitable y sin embargo bastan unas pocas señales para que la sensación de orfandad de justicia se transforme en una esperanza que nunca es ciega porque son notables las acciones, primero de un puñado de personas y luego de cientos, miles, cientos de miles que salen a demostrar que un mundo mejor es posible.

Quienes me conozcan sabrán que no soy un ingenuo ni un optimista ciego, para mi las cosas no son asunto de fe, mucho menos tratándose de las realidades que conforman a nuestro país.

Las cosas no van bien y hay que atreverse a decirlo, no podemos seguir en el mismo delirio colectivo que parece aquejar a nuestros gobernantes, y digo parece porque yo no se los compro, cada vez menos gente se los compra; ellos saben que las cosas están jodidas, saben que mucha gente no tiene empleo, que la violencia va en escalada espeluznante, que la educación, la salud y la seguridad social son negocio de pocos y guillotina de muchos, saben que el mercado interno está hecho pedazos, lo mismo que el poder adquisitivo y la confianza en las instituciones, saben que la economía aparece estable en los números que alimentan a los organismos internacionales cómplices de la esquizofrenia neoliberal como el FMI, el BM o la OCDE, pero que en realidad está detenida con alfileres y todo esto pretenden (lo logran, repito que no seamos ingenuos) hacerlo pasar por el tamiz de los medios de desinformación. Teniendo en cuenta que aproximadamente 60% del internet de México está dentro del DF, pues tenemos una enorme sección de la población total del país a merced de estos canallas, y ni así les basta para acallar nuestras voces, de otro modo no tendrían que montar la estructura de compra y coacción de voto más grande en la historia de México.

¿Por qué digo canallas sin mencionar siglas específicas? La gran mentira de la política en México es que esos canallas siquiera tengan algo parecido a ideales, lo que tienen son intereses que defender, no importa si es desde el PRI, el PAN e incluso el PRD o alguno de los otros partidos nacionales y locales. La ductilidad del capitalismo llevó a Fox a ocupar la presidencia, no con las etiquetas del apóstol de la democracia y la alternancia política que muchos se apuran a  colgarle, sino como la verdadera continuidad de un modelo económico y social degradante, lo mismo que ocurrió con Calderón y que ahora ocurre con Peña Nieto (Josefina no era la verdadera continuidad, lo supimos desde antes y lo confirmamos cuando aceptó su derrota 5 minutos después del conteo rápido).

Pienso en Woody Allen burlándose de su cuñado en Deconstructing Harry diciéndole que no sufría de paranoia sino de lo contrario, “vas por ahí con la ilusión de que a la gente le agradas”. Eso es lo que le pasa a los medios masivos de comunicación, a los partidos políticos, a los gobernantes y desafortunadamente a mucha gente más en México: construyen una realidad alterna a lo que todo el país sabe como un secreto a voces. ¡Alcemos la nuestra!

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