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¿Por qué no una ciencia relativista?


¿Por qué el afán de llegar a los mismos resultados? ¿Para convencer al otro de lo que yo he demostrado? ¿Por qué las ciencias son las únicas generadoras de conocimiento verdadero? Podría responder cualquiera que la ciencia es la única que genera conocimiento confiable, exacto y, lo más importante, coherente con la realidad que concebimos y que hemos construido. 

¿Pero qué hay de malo, de terrorífico, en el relativismo de las ciencias? ¿Acaso con él no podríamos generar mayores posibilidades de invenciones, más respuestas, más preguntas? ¿Por qué imponer un único método y encontrar una única respuesta? ¿Será que ese temor lo es a encontrar otras verdades? Puesto que, diferentes verdades posibilitarían la idea de “muchos mundos”, “muchas realidades”, muchas formas de concebir lo que vemos, oímos, vivimos. Entonces, aceptar el relativismo en las ciencias traería más complicaciones en nuestro día a día, incluyendo que la verdad dependiera de las circunstancias y las personas.

De fondo, lo que hay en este afán de imponerle unidad y unicidad a las ciencias, de que haya un conocimiento verdadero y único inherentemente, es evitar la heterogeneidad que induce a nuevos caminos que podrían destruir la maquinaria ya puesta en marcha de la “poderosa ciencia”. Es decir, homogeneizando el conocimiento se controlan los hábitos, creencias, formas de vida, incluso el lenguaje.

Ahora bien, esta idea de ciencia que posee la única verdad es aquella que nos han presentado vulgarmente y en la que confiamos casi a ciegas y sin cuestionar sus respuestas. Pero ¿en verdad la ciencia no es relativista? En esencia, la ciencia es un modo de concebir el mundo, mas no el único, que sirve para responder problemas físicos. Sin duda, la ciencia es la mayor creación intelectual del hombre; pero como toda creación del hombre debemos ser conscientes de que, si bien su campo de estudio es extremadamente basto, no es infinito, tiene límites. Concebirla como omnipotente y omnisapiente nos exigiría ser sus más fieles esclavos en la medida en que tendríamos que aceptar sus respuestas como verdades últimas.

1 comentarios:

Zahir Schwartz dijo...

Fanatismo de estilo religioso, ese es el problema. No obstante me da a impresión de que en ese sentido estamos mejor que hace mil años cuando todo mundo tenía confianza ciega en la ciencia de Aristóteles. Ahora hay opciones. Desde que se puso de moda eso de la experimentación se han derrumbado verdades establecidas y se han diversificado las explicaciones que se dan para resolver una cuestión. Pero tristemente tienes razón: hay personas que conciben el conocimiento científico como omnipotente y onmisapiente (presisamente porque adolescen de fanatismo de estilo religioso) y practican una especie de culto hacia las teorías de los científicos de renombre. Así es la educación que recibieron.
Respecto a lo de tratar de unificar las ciencias, eso se debe a un afan de practicidad. No solo es que el ser humano sea un fundamentalista de las cosas que le gustan, sino que también es muy flojo y le resultaría muy comodo tener una sola teoría que lo explicara todo.

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